domingo, 11 de mayo de 2008

La anciana y la muerte

"It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll
I am the master of my fate:
I am the captain of my soul."
Invictus, William Henley



Nunca hablaba con nadie, cuando no hacía su trabajo se sentaba en silencio a observar la desgracia que acompañaba a otros y parecía disfrutar los gritos moribundos de los desahuciados que aparentemente cuidaba. Esa fácilmente podría ser una descripción de las acciones que en algunos momentos caracterizan mi comportamiento, si existiera algún observador dedicado e interesado por los detalles que estuviera dispuesto a hacerlo, pero en este caso soy yo el observador y me refiero a alguien más que llamó mi atención por su parecido conmigo, y más que causar escozor o incomodidad me causaba una gran curiosidad por conocer los móviles que le daban sentido a los actos de este individuo.

Era una mujer de una edad avanzada, cosa que se notaba en la cantidad de pelos que habitaban su cara y le daban esa característica masculina que me resultaba tan desagradable a la vista. Me entregué completamente al trabajo de observarla durante mis tiempos de libertad. Es por eso que durante días me describieron más callado que de costumbre. Debido a mis capacidades no fue difícil para mí llegar a algunas conclusiones en pocos días, descubrí que hacía parte del personal de limpieza del lugar y se acercaba solamente a aquellas habitaciones en las que la muerte solía hacer estragos, sin embargo nadie parecía notarla. En un principio me resultó complejo determinar si existía una relación causal entre la visita de esta dama y los acontecimientos que se desarrollaban en esos lugares, pero definitivamente esta mujer no podía ser la causante de los fallecimientos más sobresalientes, simplemente se encontraba presente en todos ellos por alguna razón.

Aquella tarde de martes la lluvia nos acompañó a todos en nuestras respectivas labores y yo embargado de felicidad por el buen clima que me acompañaba tuve la suerte de descubrir las razones de este ser tan particular. Me acerqué a realizar mi trabajo de siempre y el azar permitió que ella entrara a la habitación que yo había abandonado recientemente, la casualidad me obligó a volver por mis olvidados objetos personales y la encontré allí evitando el control del dolor de un anciano cuyo pronóstico había sido sombrío durante los últimos años. Todo se clarificó en ese momento, esta anciana disfrutaba del dolor de aquellos que de alguna manera sospechaba que pronto morirían. Para algunos sería un ser inofensivo, pero yo pude notar la representación física de la muerte en aquella mujer. Pude notar la cobardía que la caracterizaba al solo atacar a aquellos que nadie notaría, y sabía que debido a su extrema fealdad nadie la notaría a ella como la causante de tales sonidos que causaban desesperación y desagrado en los habitantes más saludables de recinto. Me produjo una gran satisfacción el abordarla y llamar su atención; ella pareció sorprendida ante mi presencia y mis reclamos, y simplemente no pudo articular frase o palabra durante algunos segundos; luego al reaccionar tomó una actitud altiva retándome a tomar acciones en su contra sobre los hechos ocurridos, sostuvo que las autoridades del lugar jamás tomarían represalias y en esos momentos de ella desbordaba una confianza que contrastaba notablemente con la actitud que antes había mostrado a todos los que habían tenido algún tipo de contacto con ella.

Sus acciones iban en contra de mis principios, no tenía otra salida más que acabar con su legado de dolor y sufrimiento. Y eso fue lo que hice. La inmovilicé con rapidez gracias a la debilidad física que le había traído la edad y con una sola dosis de un medicamento que no nombraré puse fin a sus sucias acciones. Nadie notó su ausencia, así como nadie notó su presencia en los lugares donde el dolor triunfaba. En el momento en que me libraba de sus restos vi mi reflejo en un pequeño cúmulo de agua e inmediatamente me vi como seguramente ella me vio en los momentos previos a su deceso, una representación física de la muerte, un títere encargado de realizar sus labores, o más bien un amigo de la misma que se encarga de limpiar un poco este pútrido mundo.

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