martes, 9 de junio de 2009

Absorptus

Sus besos sabían a tristeza. Pero a diferencia de la amarga tristeza a la cual estaba costumbrado esta era una tristeza dulce. Una tristeza nostálgica que tenía gusto a mango y aroma de guayaba. Me pregunté si podía ser esa la cura de la misantropía.

Me di cuenta que estaba esperando morir.