domingo, 13 de abril de 2008

Sinfonía de Sangre (1)

Cuando el sol lentamente va apareciendo en el cielo con su fuerte y deletérea luz yo me encuentro generalmente tendido en mi cama, despierto y meditando sobre asuntos que seguramente no tienen importancia alguna. Evoco aquel amanecer y mi mente nuevamente se sumerge en pensamientos sobre la pérdida de valores y principios morales, religiosos o no, que han venido experimentando lentamente quienes me rodean, de cómo los estiran y los adecuan a sus necesidades del momento juzgando a quienes hacen lo mismo en otras situaciones, no hay duda que la falta de introspección resulta irritante para mi. En aquella ocasión y sin tener una razón clara para ello, una canción comenzó a sonar en mi mente ocupando todo el campo de mi pensamiento, deteniendo la oleada de inútiles reflexiones. Sonaba una suite para harpsicordio, Oriundus Sepulchrum, una bella obra dedicada a La novia de Corinto, cuando tomé el impulso para posar mis pies sobre el piso alfombrado y caminar perezosamente hacia el cuarto de baño. Al entrar mi corazón fue tomando velocidad y fuerza y con cada latido la sangre llegaba rápida y eficazmente a mi cara, a mis manos y a mi cerebro. Cuando tuve tiempo para reaccionar pude percibir que mi corazón tenía un ritmo particular ya que cada golpeteo del ejecutor sobre el clavecín era interpretado por mi cuerpo como un golpe del corazón, posteriormente una extraña sensación de opresión y de dolor fue apareciendo en mi pecho y la fuerza de los latidos era tal que las pulsaciones alcanzaban mi cabeza y podía escucharlas como si mi órgano vital estuviera al lado de mis oídos; mis orejas se tornaron rojizas y lentamente de mi nariz fue brotando un manantial de sangre, que se fue deslizando sobre mis labios hasta alcanzar la comisura y bajó por las mejillas para llegar al sendero que marcaba la yugular, que palpitaba salvajemente. En esos momentos mi mente reproducía Nekromateria. Me detuve frente al espejo, y entonces contemplé con fascinación la música que componía mi cuerpo mientras en mi cara se formaba un esbozo de sonrisa.

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